Autor : Wenceslao Fernandez Flores
Editorial : Austral Universal

En esta aldea que puede ser cualquiera de los miles que se extienden por Galicia, hay de todo, vecinos pobres, vecinos ricos, es decir que comen todos los días, los primeros, en su comida no pasa del pote usual de coles con un trozo de tocino, los que más, o pan y queso, hecho con la leche de las dos o tres cabras, que son su tesoro.
Otra cosa muy distinta son los ricos, los que cuentan con ganado propio, tierras, generalmente arrendadas a los pobres, y unos recursos que los elevan de la pobreza al nivel del hacendado rural.
El pueblo tiene un cura, una o dos sanadoras, una familia acomodada, y un bosque plenamente dotado que incluye unas meigas, La Santa Compaña, ¡Ah! y el ladrón del pueblo que reparte su tabaco con los viajeros a los que roba, y no les roba todo, solo lo imprescindible para su honor de ladrón.
Y una pobre alma en pena, que está retrasando, lo que puede, el unirse a la Santa Compaña, porque le molesta mucho asustar a los viajeros, porque tiene un gran corazón.
Es un pueblo ingenuo, que solo se ve torturado por las angustias de su propia ruindad, que por su pobreza, su generosidad natural se ve coartada, preocupado por su alma, que es en el cielo donde se verá premiada, y no quiere pecar para no privarse del descanso que en la tierra no le fue permitido.
Fernández Florez es un poeta de la literatura y en él impera el naturalismo descriptivo lleno de ternura, su afición al relato breve y la candidez de sus personajes, que hacen al libro encantador y de lectura muy grata.
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