
Autor. Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara
Fecha: 2000
Hablar de Mario Vargas Llosa es muy fácil, todo lo que digamos de su obra, pues como dijo alguien “Por mis obras me conoceréis”, es magnífico.
Tiene premios, como el Premio Biblioteca Breve, Premio de la Crítica, el Leopoldo Alas, el Cervantes, el Formentor, el Rómulo Gallego, el Príncipe de Asturias, el Planeta.
Es Académico, Articulista, Profesor universitario, Ensayista Político, pero no solo por esto su obra es buena, es buena porque es capaz de reflejar hasta el límite la enorme maraña de acontecimientos que tuvieron lugar en la República Dominicana con el advenimiento al poder del Dictador Rafael Leónidas Trujillo.
A lo largo de la complicada vida de Urania, la protagonista de la novela, vemos desarrollarse la tempestuosa vida del Dictador, Trujillo, El Jefe, El Chivo, de todas las formas le llaman sus detractores, sus acólitos, sus Corrompidos Servidores.
Durante sus varias décadas de, mandato impuso el terror y la corrupción sobre el pueblo dominicano, no voy a juzgar la época sino el libro que intenta recrear, el tumultuoso período.
Es un libro difícil de leer porque constantemente está cambiando de escenario, en su relato, siguiendo la línea de la vida de la protagonista se sale a un lado y enlaza los acontecimientos relativos al momento, vuelve a salirse al recordar la protagonista un episodio relacionado.
La característica principal del relato es la enorme crudeza de lenguaje, y el enorme realismo de los hechos, hay pasajes que casi nos llegan a la nausea, al odio a ciertos elementos adlateres del Dictador, otros es la lástima que nos llena al verle revolverse en su fango particular, reconociendo con dolor sus limitaciones, otras veces es la sinceridad con que piensa en su vida, en lo que ha ganado y en lo que ha perdido.
Otras es su cinismo, cuando trata de justificar sus barbaridades, sus tropelías y sus masacres, también quiere creer que su mandato es de inspiración divina, y se encomienda a todos los santos.
Y como fondo la riqueza de colores, la dulzura de la gente, y a pesar de todo la alegría con que viven los ratos que la codicia de sus gobernantes les deja.
Como defecto, que leer el libro es deslizarse por el laberinto que nos impone el autor para seguir la lógica del desarrollo de la trama.